El miedo es real. Todos lo afrontamos. Se acerca sigilosamente a nosotros de repente, debilitándonos. Se construye lentamente a medida que reflexionamos sobre lo que sucede a nuestro alrededor. En nuestras vidas. En el mundo. El miedo nos impide conocer gente. De probar cosas nuevas. De dar un paso adelante en obediencia y responder al llamado de Dios en nuestras vidas. Su objetivo es siempre el mismo, independientemente de la táctica: el objetivo del miedo es inmovilizarnos. Haznos ineficaces. Guárdanos de nuestro destino.
No es una táctica nueva. Satanás ha usado el miedo desde el principio de los tiempos. En Números diez, Moisés envió diez espías a una tierra que Dios había prometido darles. Era una tierra magnífica, pero había gigantes que habitaban allí y las ciudades estaban fortificadas. En lugar de creer que Dios iría con ellos y pelearía la batalla, se vieron a sí mismos como saltamontes, pequeños e incapaces. Eligieron el miedo. Dios lo consideró una rebelión y en lugar de poseer la tierra, vagaron durante cuarenta años.
Jesús contó una parábola de un hombre que iba de viaje largo y confió dinero a sus siervos, según la habilidad que vio en ellos. Dos, pusieron a trabajar lo que se les dio. Un sirviente actuó con miedo y ocultó su talento. Cuando el dueño regresó, elogió a los dos que habían usado lo que se les dio, pero reprendió y castigó al sirviente que actuó con miedo y no usó su don. El sirviente temía su habilidad y las expectativas del dueño, pero su amo dijo que le habría gustado que el sirviente simplemente hubiera ganado interés.
También hay muchas historias increíbles en la Biblia sobre personas que no actuaron por miedo, sino que eligieron la obediencia y fueron recompensadas en gran medida. Daniel y los tres niños hebreos eran prisioneros de guerra. Hombres jóvenes llevados cautivos de su tierra natal y preparados para servir en la corte de su conquistador. Eligieron honrar a Dios en lugar de permitir que el miedo gobernara. No comieron la comida del rey y encontraron favor. No se inclinaron y fueron exaltados a puestos de liderazgo.
¿Cómo podemos superar el miedo y vivir una vida abundante durante esta pandemia? La Biblia nos dice que seamos transformados renovando nuestra mente. Piensa en las cosas buenas. Recuerda lo que Él ha hecho por nosotros y por otros en el pasado. Busca promesas en las Escrituras que se encarguen de nuestro miedo específico y medita en ellas. Pongamos nuestra esperanza en Jesús, manteniendo nuestro enfoque en Él, no en lo que está sucediendo en nuestro mundo.
Tenemos opciones todos los días. ¿Miraremos las circunstancias a nuestro alrededor o pondremos nuestra esperanza en Dios? ¿Confiaremos en Él? Él nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Es su deseo darnos esperanza y un futuro. Elige creerle a Dios. Elige obedecerle. Elige su Palabra por sobre el miedo.
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